Caes al suelo
y el suelo
comenta las resonancias
de toda una
existencia maldecida
por el ocaso entusiasta.
Caes al suelo
y haces magia
cual reflejo
quebradizo.
Movimientos
más rotundos fueron
Derribados y
ejecutados sin remedio
a causa de la
gravedad de las piedras,
o por culpa
de la desecación de las bocas
que insinúan
vencimientos molidos
a palo seco.
Caes al suelo
y repican en
Oriente tus anatemas.
Recorres con
tu dedo índice
la sangre
dispersada a causa
de las
hostilidades del día a día.
Enseguida
palpitan frente a tu revés
la
desilusión de mil lenguas usuales,
ideas gustosas, mansamente transgredidas
por
las encías de una malignidad común.
