No lo
digas,
ya que
las palabras se las lleva el viento.
En tal
caso, sugiérelo, vívelo, ahógalo
o
mátalo en mi cuerpo.
No
digas nada,
pero
piensa que enseguida llega el momento:
hoy
somos y mañana, ante la liviandad de ser,
nos
comportaremos como retratos dispares
que no
admiten el paso del tiempo.
No
digas nada,
ya que
en los tonos se esconde el demonio.
Pudiera
ser que ya no somos,
pudiera
decirse que todo sentimiento elevado
carece
de profundidad si es pronunciado
por la
lengua viperina de un hombre común.
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