Yo no he muerto
para que me resucite tu conciencia.
Te alejas
y dejas tras de ti el influjo sutil
que produce una derrota a tiempo
y una victoria en el minuto de descuento.
Caes al suelo
porque los sentimientos que añoramos
tras la última exhalación
son sentimientos vinculados
con la arena, el cascarón de hielo
y las metáforas de cielo y tierra.
Amaste, odiaste y volviste
al punto de partida tal día como hoy.
Permíteme la sinceridad y el vencimiento,
ahora que el diagnóstico es demoledor,
no comercies con otros corazones
ahora que la bilis está caliente
y la revolución es cuestión de minutos.
Yo he muerto
para que me resucite un párpado
ambiguo.
Se lo permito, Poeta.
ResponderEliminarMaravilloso.
Abrazo.