El cuadrado
retó al círculo
y el
triángulo aplastó al rectángulo.
Ordinarios,
somos tan ordinarios
que ahora
sólo nos queda babosear cuellos
de
vampiros cristianizados y lamentar
los genocidios
de hace cien años.
Yo sé
que muero
y vosotros
pensáis que la vida
es una
figura de hierro
que no
deja de crecer
pese a
la fuerza crepitante
del
infinito y sus secuaces
de
arena rutinaria.
Yo me
abandono en brazos de la fiebre
y tú
giras con tu ira mi rostro envejecido,
buscas
en mi dolor una disculpa
que te
haga ser más fuerte que yo.
Pero
la muerte no es lo que se detiene
de manera
contundente…
la
muerte es un sentimiento debilitado
que procura
tu derrota interior.
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