Sálvame de
los terrores accidentales.
Asevera mi
nombre o deposítalo
en una yerba
de recuerdos verduzcos.
He completado
la degustación del cosmos
y ahora sólo
vaticino sombras y crueldades.
Imperio de
senos, matización de malicias,
sujetando
balcones con nuestros dientes de sal,
secreto mutilado,
cata de corazones acústicos…
He visto como
la confusión se convertía
en un lugar
sombrío engullido
por mordeduras
de menesterosos.
Dios remueve
su café de dados.
Ahora el
planeta Tierra no cabe en un vaso
de esperanzas
albinas.
Conocemos lo
que vemos, lo que sentimos
por el mero
hecho de sentir.
Rescatamos de
los vestigios expectantes
olores de pan
caliente, bisagras de albor
y tamices de
terrores accidentales.
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