Navajas al
amanecer
(batidora de
sangre fecunda).
Cuestiono
la
propagación
de las
sombras
y enseguida
devoro
ventarrones
de papel.
A secas y sin
tiento
lamento el no
poder crucificar
un par de
estamentos viciados
por la “suciedad”
de sumo consumo.
Alguien
dirige sus anhelos
hacia la cima
de la penúltima
alborada:
los pupilos
de Lucifer magullan
nuestras
ansias de poner tierra
de por medio…
Pese a todo,
la sangre aún
se muestra enérgica,
como una
corona de espinas
violentamente
dulcificada.
Siga siga...
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