1 de octubre de 2012

SIN MÁS




Ir caminando muy lentamente
por las calles carentes de juventud
o por los cementerios sin tibias de suicidas
es como caminar rápidamente
por las arterias de una vida por vivir.

¿Es legítimo decir lo que piensas
cuando los dedos palpitan y el hedor de los autos
es sarcástico e insaciable?

¿Puedo decir “sin más” cuando mi ceja derecha
discrepa con mi ceja izquierda
y los verdores que se desperezan
en la condenación son ramajes socarrones?

Marchar por la vida es como inclinarse
ante un tabernáculo hecho con gentileza y mirra;
morir es huir, volar sin especular…,

acostarse en una tumba es como masticar
pisto condimentado con el suplicio
del novísimo homicida.
 

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