11 de agosto de 2012

COMEDIA



La comedia vino a mí
desde el añejo tímpano
de un ocaso sin molestias
de carácter sexual.

Triste fue asignarle al mundo
brisas de nácar y emblemas
de puro presentimiento;
triste fue escuchar lo de siempre
(“bla, bla, bla…”),
como agua que no mueve molino.

La comedia en cada amonestación,
en tu aislamiento matutino,
en el giro y en el alarido
que nunca escuché
a causa de las sospechas.
 

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