12 de agosto de 2012

RECIAMENTE




Cuando el signo tuvo miedo
se arrinconó en el desván y enseguida
las estrellas resplandecieron tan reciamente
que hubo hombres que se sintieron
nada o poco más que nada.
Mientras el viento batía sus alas
se formó en el fondo del océano
una secuencia luminosa de sol y sal,
siete ademanes de sirena desequilibrada
y dos puñetazos de coral.

Mientras tanto,
los ojos de Iris cataban
mis sudores, el hijo póstumo
del Sr. Minutero lanzó negrura
de noche sin murciélagos,
y los días que años atrás fueron
enajenación de niño con látigo
acabaron siendo días aderezados
por los hondos versos.
 

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