
Siempre
es el mismo horizonte:
ése calor
que recorre nuestras ansias
de emancipación
carnal y terráquea,
un
ademán de sinceridades
que no
pasan factura.
Cierra
la noche un círculo de ideas
y en
la lejanía son los ecos como antros
que merendaron
nuestros lamentos
para convertirlos
lentamente
en un
mañana provechoso.
Aleteo
asonante que requiere
sortilegios
con sabor a liberación.
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