Un orzuelo de
fingimientos
carraspea ante
la sinrazón del mundo.
Engullimos impresiones
de cera,
sostenemos caracteres
ajenos;
cual sinfonía
de traspiés
nos fumamos
el aura, la bilis
y los compendios
de la garganta.
Recubrimos
nuestro corazón
con arena de los
proyectos futuros
sin saber si
los planes presentes
serán los
definitivos.
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