Vademécum al anochecer.
Plumas de ganso sobrevolando
la urbe aterradora.
No te fíes de “los guías”
que meditan profecías
demasiado mundanas.
Añora cuando debas hacerlo,
cual momento de ira y lobreguez;
colapsa tu dentadura de negrura,
colócate ante el cuadro mortífero,
pinta un pedacito más de apego
y sostén entre tus ojos la rudeza
de la que habla el invierno.
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