Me acribilla
la pesadez
de las muecas
que poseen los mimos.
Asimismo,
renuncio a un mañana sin luz
o a una
estatua sensorialmente obscena
que quiebre
el desliz de mi cintura
hermética y
engañadora.
Soy víctima y
verdugo
de ti, de lo
tuyo…
Sin querer
soy el yugo que fumo
cuando el
aire está tan depravado
como una
mujer en cinta que no cree
en la vida
que le ha tocado vivir.
Me desvela la
glosa del embriagado
y el hachazo
que convirtió en mito
al dios sol.
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