Balas
ardorosas como cerillas malnacidas
y peor
gestionadas transitan por la vida.
También corre
el remolino por tus venas
en ocasiones entumecidas
de tanto como
no te meditas,
de tanto como
no te amas,
amor o vida o
víctima a secas.
A veces eres
defunción
que cata
alambres de espinos,
de sentidos
caídos en sopas de vinagre;
eres un plomo
que acribilla el desarreglo
de todo un
imperio de majaderías,
mientras que el
sol incinera
organismos
apáticos
al otro lado de
todo lo conjeturado
o tal vez
marginado a causa
de una
desazón de milenios kilométricos,
de una impaciencia
que afianza fuerzas
de dónde no
las hay.
Yo soy sapo,
sombra tras
sombra,
yo soy el
sapo y tú el pan ácimo,
yo el
recadero y tú la veleta,
yo la figura
danzante
y tú el poema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario