El despertador suena
y los locos andas suelos.
El bostezo de tus cuadros son días
comprometidos con los machetes
que los diablos le hincan al sol
por falta de respeto noctívago.
Mi aliento fallece a causa
de lugares púrpuras,
mis pupilas son rutinas
de ideales fatales,
de ruido gigantesco
que acabará resquebrajando
este cuerpo que pide
corazones rotos
de lujuria mentolada.
El despertador suena
y los locos andan sueltos.
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