Palidezco ante la tempestad
que se aproxima cual abuso
cometido por la altivez
de un ego maleducado.
Las frases sabias perecieron
y tuvimos que arrojar apóstrofes
o cualquier otro tipo de lamentación.
Los estercoleros sumaron ingratitudes
y la demencia se convirtió
en la seña adecuada para escapar
de la realidad vigente.
Palidezco ante la hecatombe
que llegará sin previo aviso,
cual apática de convento.
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