Rodar y rodar
en la pérdida de un juego
para mentes desfallecidas
a causa del fuego
devorador de inocencias
y tratos benevolentes
que le dan sentido
a la borrasca
de un cuarto sin luz.
Rodar como un aire
inflamado a causa de la tierra;
hundirse dentro y fuera
de un sarcasmo abstruso,
sostener vanidades y dudas
y nacer para volver a sucumbir
como perros abandonados
en un callejón sin orinales
ni frascos de whisky.
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