8 de marzo de 2013

El Grito



 
El grito
-desde su singular orígen-
perfiló los párpados de mi desidia.

Hermoso argumento es ése que discrepa
con las lunas, los peces muertos
y las sombras secretas.
“Madre” fue pausa de calma perpetua.
La ternura fue descompuesta
a golpe de sádica ineptitud.

El tabaco y las copas ininterrrumpidas
causaron ira entre los asistentes
a la cena de los grandes imbéciles
y el aura de mis pies
despedazó la liturgia decente.

Sobreviví entre gritos,
aún sobrevivo entre ellos...,
aún escondo huesos sádicos
y abro mi boca hambrienta,
malentendida, boca sitiada
por la Caja de los Truenos.

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