Corta la desgracia y conviértela en cera.
Apura el soplo de vida pertinente,
saborea el inútil fervor de tus víctimas.
Pernocta sobre vegetaciones carnívoras
y cuestiona-siempre- tu forma de vida.
Mantente firme ante el fuego revelador.
Vilipendia, califica, imparte entereza
en días de negrura y desconcierto.
Sostén todo tipo de complicaciones
con la fibra mortificada de los caídos
y nunca des por sentado que
la muerte
te librará de los males que te afligen.
Bebe, remuévete, embriágate de dignidad.
No importa nada lo que digan “los otros”
(ellos y sus malditas reglas han empobrecido
el mundo en el que habitas desde el inicio).
Cree en ti y en lo que te venga en gana.
Apuesta todo lo que posees a una sola carta;
menosprecia al tibio y al ingrato,
al desviado,
pues no hay mayor gozo para un perdedor
en esta vida de cascabeles y fachadas
que romperse los puños imponiendo justicia.
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