Arrancamos la fibra de lo útil
con nuestras manos de tristes encuentros.
Solicitamos un entendimiento imposible de comprender
cuando no somos más que aves de paso
y deudores sin conciencia ni buenas maneras.
Fatigados frente al orgullo de ser hombres
lamentamos todo aquello
que no nos hizo prosperar ni medrar…
Quizás en otro lugar o en otro páramo infecto
logremos inclinar la balanza de lo blanco y lo oscuro,
ocultando bajo los rostros de la indiferencia
el lugar idóneo para demostrar felicidad.
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