En carne viva
y al compás de las antorchas
vive y se mantiene en pie
el síndrome de Estocolmo.
Se distrae la metamorfosis palmeando
datos de pura alquimia;
mi sobrenombre pelea con tu antifaz,
las horas pasan sin tener la culpa…
En carne viva
nacemos y en la piel muerta
nos rendimos.
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