La tormenta aterriza quietamente
sobre la turbación de mis neuronas.
Agudizo mi olfato
y deduzco materialismo
allí donde se posa mi mirada
apenada por la falta de brisas marinas.
Mastico un trozo más de indecisión
y la torre del aburrimiento
decide revolucionarse.
Recojo del suelo un billete sin valor
y le reclamo al destino mi derecho
a ser plenamente libre.
La tormenta está llegando a la ciudad…
Si te asomas a tu interior verás
como van pereciendo
los días sin sol.
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