Hunde tus manos en mi estómago.
Soy oro, eres nieve… somos ciegos,
hijos ciegos de una maldición germánica
que quiso descendencia y sólo eso.
Levántate en julio y respóndeme “quizás”
en diciembre…Anota tu licor de delicias
en mi “yo”,
transmútate feliz y espontánea,
gira tu cabeza loca
como un cisne y besa el aliento de Pegaso.
Hunde tus manos en mi sed…
Soy efímero, eres libre… somos eternos seguidores
de una religión equitativa, somos muerte
y vida,
héroes en soledad, tal vez, hijos de mil desconocidos
y nietos de millones de cobardes
sin argumentos.
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