Adormece
la inercia
que no esquiva
detonaciones angustiadas
en los brazos
de tantos
nombres.
Labio de
argento momificado:
rojo
amanecer, usanza
de pretendientes
malévolos,
miedo justo a
tiempo,
sonido que
ambiciona “nada”
y “todo” lo
que aún
no he
descrito.
Lejana
intuición,
revoluciones
de cartón,
una vida no
es más ni menos
que una conmoción
que se está
viviendo;
labios rojos
y banquete de cornejas,
asesinos en
serie rezándole al dios
de lo
abstemios, al día sin aullidos,
sin pan fecundo
ni labios rojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario