EXISTIR sabiendo que “eres”
y continúas “siendo”
aunque el diploma de la neurosis
sostenga la inmensidad
del firmamento.
Bienaventurado el gato que no modera
su recelo hacia el ser humano;
bienvenida sea la disputa entre los cerdos
y las escaleras que nos liberan.
Justo ahora que el oro es vicioso
y la antorcha arde con suma fuerza,
podemos inclinar la balanza y cometer
revoluciones de pan y fuego.
Podemos justificar el aborto humanista,
dejarlo todo a un lado y ser leves
como mundos inviolables, como vientos
insostenibles por las manos
de la necedad.
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