21 de febrero de 2013

Bitácora



 
La bitácora se vació
de direcciones legítimas
y el reloj fue amparado por la hoz
y la bisagra consagrada.

Rugieron mis tripas
aunque el inicio de las cosas recónditas
fuera un círculo emborrachado
de sí mismo.
La brújula se desencaminó
y el brío de una inquietud justificó
la tolerancia de odiar
por el simple hecho de hacerlo;
los asesinos del verso
custodiaron mi cadáver putrefacto
y el hilo de vida que le ostentaba la falsedad
fue consumido por mi fallecimiento.

Hubo egos y hay egos…,
mas, desde que yo no estoy
entre vosotros
la brillantez se fue disipando
cual humilde recuerdo literario
digno de ser escuchado
por lo imperfecto

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