21 de noviembre de 2012

OJO



 
El ojo silba, guiña, se desflora…

El ojo no permite que sueñen
los círculos quiméricos
de mis pestañas.

El ojo se desmadra
y pierde el conocimiento
cuando el aire entra
en su garganta.

Ojo que titubea invocaciones
de noches en vela
al son de las últimas contiendas.

Ojo ido, acuoso, escuálido
a causa del ansia de no ser capaz
de convertirse en un icono
imperecedero.

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