Pidámonos centelleos de Eros
y poseeremos objetos voladores
en el sexto sentido,
en los meñiques que remueven
los semblantes del hasta luego,
mi refugio, hasta siempre.
Mantente alerta a los cambios del milenio
y notarás de qué oreja cojea lo que he denunciado.
Consérvate perspicaz si es lo que ambicionas
y no te muevas, no caigas
hasta que el gimoteo genial te avise
y te abrigue entre plumas de gansos
intransigentes.
Un “punto final” circula por las vetas
del infante aquél
que dio su bienestar a cambio
de 79 segundos más
de ventura honesta,
invariablemente honesta
y dejando de ser un escueto materialista
con utensilios terrenos.
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