¿Acaso en otro universo o en
otra constelación de perpetuos signos de luz alterna?
No es agradable ver el
rostro de la muerte cuando estás a un paso de convertirte en papilla de ser
humano con gusanos. Sucede que somos la levedad del espanto, la ruina de una
noche sin espejos, somos el gesto homicida que evita ser visto por los demás
gestos homicidas.
Conozco un lugar apartado
donde las vanidades no piden de comer. Sé de un himno de otoño regulado por los
obeliscos del cuerpo de una mujer en cinta; conozco el sentimiento (blanco-azul-perpetuo)
que complica una tarta de queso y la acaba transformando en crepúsculo de desesperación.
Acaso sea yo un ensoñador con
muy pocos recursos ahora que compito en un mundo repleto de vulgaridades.
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