Se incendió el núcleo
porque el malestar
de los giros del mundo
es tan doloroso como una
ventana podrida
que alguien quiso
masticar.
Se incendió el núcleo y
la ciudad vociferó
obscenidades sin arte ni
gracia…
Maldito el día que el unicornio
soltó el aguijón
y deseó contratar un
fémur
para partírselo en los
dientes al hijo ingrato
del padre sol y la madre
luna.
Maldito el día que estuve
en fase obtusa,
con ojos de lloros
y síndrome de incendio
permanente,
costoso, húmedo y
permanente.
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